martes, 20 de diciembre de 2011

Tradiciones Navideñas en México



A pesar de la globalización y la creciente influencia del extranjero en la vida nacional, las tradiciones decembrinas como las posadas, el festejo de la Navidad, acostar la figura del niño Jesús el 24 de diciembre y levantarlo el 2 de febrero, siguen vigentes en todo el país.
De acuerdo con el historiador Pablo J. Gómez Araujo, esas tradiciones fueron traídas por los españoles luego de la conquista, aunque quienes las divulgaron fueron evangelizadores europeos como una forma de propagar la fe católica entre la población indígena.
Concretamente fueron franciscanos y agustinos quienes trajeron consigo las costumbres que luego se volvieron tradiciones como las posadas, las pastorelas y “arrullar al Niño Dios”.
Las posadas son inconfundibles por su característico canto, dramático primero y gozoso después, y culminan con el rompimiento de la piñata navideña de siete picos, que representan los siete pecados capitales.
La piñata debe ser hecha con ollas de barro, que representan al demonio, el cual es hecho pedazos dejando entonces caer la gracia divina materializada en frutas, dulces y colaciones.
Las posadas fueron creadas por sacerdotes agustinos, quienes se instalaron en el pueblo de San Agustín Acolman, a cuarenta kilómetros al noroeste de la Ciudad de México, en el camino a Teotihuacán. Ahí se originó la práctica de las posadas cuando en 1587 fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V una bula (permiso) que autorizaba la celebración en Nueva España de unas misas llamadas de aguinaldo, del 16 al 24 de diciembre, en los atrios de la iglesia.
Entre estas misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad y como atractivo se le agregaban a la celebración luces de bengala, cohetes, piñatas y villancicos, cantos populares que se ejecutaban en diferentes festejos.
Gómez Araujo dijo que estas costumbres “fueron lentamente aceptadas por los indígenas novo hispanos, añadiéndole ellos mismos el toque mestizo a las tradiciones”.
De esta mezcla nace “el inigualable sabor mexicano de la Navidad y su vasta manifestación gastronómica, que según la región geográfica, costa o altiplano, montaña o desierto, pueden ser los romeritos, el bacalao, el pavo, los tamales, la ensalada de betabel, los buñuelos, entre muchos otros”.
“No podemos olvidar el legado navideño que México le ofrece al mundo: la Flor de Nochebuena, que en náhuatl se le conoce como Cuetlaxóchitl, y que es reconocida internacionalmente como la flor oficial de la Navidad”, agregó.
Lo más importante de las posadas, dijo, es que “reúnen al barrio o la comunidad ya que, por el hecho de ser repartidas cada día entre una familia o un grupo de familias, entran en competencia amigable y sobre todo en un mayor esplendor de alegría navideña”.
Otra de las tradiciones navideñas mexicanas son las famosas “pastorelas”, cuya primer versión nace en 1527, cuando se presentó en Cuernavaca la comedia de los reyes.
Según el historiador, Fray Juan de Zumárraga ordenó, en 1530, una escenificación de la natividad de Jesucristo, la obra fue un trabajo pleno de sugerencias y hermosura, de emociones para los misioneros ante los primeros cristianos mexicanos.
Así, de esta manera y por la vía del arte dramático, del teatro y del diálogo, los españoles tuvieron una gran ayuda en la evangelización de los nuevos territorios conquistados.
Incluso, la comunidad indígena utilizaba las pastorelas para “limpiar el aire de los malos espíritus”, aun cuando en las postrimerías del siglo XVI y principios del siglo XVII la Santa Inquisición prohibió estas manifestaciones por considerarlas no religiosas.
El historiador sostuvo que a pesar de la notable influencia extranjera, esas “tradiciones han conseguido sobrevivir a la modernidad y a la gran ciudad”.

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