Vivir de prisa no es vivir, es sobrevivir”. La hiperactividad actual nos lleva a dedicar nuestras energías a otras metas que nos hacen olvidar las cosas importantes de la vida. Sufrimos la Enfermedad del Tiempo creyendo que todo se debe hacer rápido. Intentemos decrecer el ritmo alocado en qué vivimos para no degradarnos nosotros mismos. Simplemente reduzcamos la marcha y busquemos el tiempo justo para cada cosa; saboreemos cada momento priorizando lo imprescindible. No dejes que tu agenda te gobierne, muchas cosas que te planteas ahora son postergables. Prueba y verás. Cuando estés con tu pareja y tus hijos, o con tus amigos, préstales la atención que se merecen. Tómate tiempo para comer y beber. Comer apurado genera males digestivos y si la comida es buena y está bien sazonada, no la apreciarás como se debe. Este es uno de los placeres de la vida, no lo arruines. Pasa tiempo a solas contigo mismo, en silencio. Escucha tu voz interior. No tengas miedo al silencio. Al principio te será difícil, luego notarás los beneficios. Escucha música con calma y verás que es bellísima. Muchas veces es mejor que lo que te muestran en televisión. Escribe una lista de prioridades. Si lo primero que escribiste es trabajo, algo anda mal, vuelve a redactarlo. El trabajo es importante y debemos hacerlo, pero no debe ser lo más importante de tu vida. Escucha los sueños de la gente que amas, sus miedos, sus alegrías, sus fracasos, sus fantasías y problemas. No creas que tus hijos pueden seguir tu ritmo, eres tú quien debe desacelerar e ir al ritmo de ellos. El virus de la prisa es una epidemia mundial. “Si lo has contraído, trata de curarte". |
martes, 9 de agosto de 2011
Disfruta la vida... con calma
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